«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18, 21). Esta pregunta es parte del camino de fe que como católicos debemos hacernos continuamente como verdaderos seguidores de Cristo.
Sabemos lo difícil que es perdonar cuando alguien a quien amamos intensamente nos ofende o traiciona. No se trata de perdonar a una persona que ofende continuamente, sino más bien de perdonar repetidamente con el corazón.
Una infidelidad y/o traición en el matrimonio duele y hiere profundamente el corazón y lacera el alma, pero si tomamos la firme decisión de amar a esa persona cuando hemos hecho un compromiso ante Dios de por vida podemos tener la certeza de que si ponemos nuestra confianza en Dios saldremos victoriosos logrando perdonar y mantener la unión.