La beata María Troncatti (1883-1969), enfermera misionera de las Hijas de María Auxiliadora, será proclamada santa debido a un milagro asombroso en el que la Iglesia ha constatado su intervención, y el Papa lo ha confirmado con su firma el 25 de noviembre de 2024.
Juwa Bosco trabajaba la madera con una esmeriladora de piedra. La máquina se rompió y un gran pedazo de piedra de la máquina amoladora golpeó la cabeza. Rompió el cráneo, la masa encefálica quedó a la vista, y afectó una cuarta parte del cerebro. Alguno refería que había que dejarlo morir. En su sueño, dijo, la religiosa, vestida de blanco, le aseguró que se recuperaría. De hecho, ella le prometió que a la mañana siguiente hablaría y caminaría.
Vivimos en un mundo bombardeado por información negativa: hambre, guerras, abusos, indiferencia. Ante esta avalancha de realidades dolorosas, surge una pregunta: “¿Qué podemos hacer?” Esta pregunta no es nueva. Hace más de dos mil años, hombres y mujeres acudieron a Juan el Bautista con esa misma inquietud. La respuesta del profeta sigue siendo tan actual
Han trascurrido más de cinco años desde el 15 de abril de 2019 cuando el incendio de Notre Dame hizo enmudecer sus campanas. Todavía recordamos las impactantes imágenes de las torres en llamas, Viendo aquellas imágenes en nuestras pantallas, ¿quién no sintió sincera y espontáneamente dolor y desazón, como si el fuego estuviese destrozando algo íntimo y cercano?
Las campanas de Notre Dame volverán a despertar con sus sonidos, en el corazón de los creyentes, una llamada para elevarlo hacia el Cielo; y en los que no lo sean, quizá un reclamo amable, como una oferta de lo alto, para que se interroguen, tal vez, sobre el porqué de aquellos sonidos, muy distintos de tantos ruidos estruendosos como hoy nos envuelven.