Cuenta una anécdota que cuando un joven seminarista, Ángelo Roncalli —quien años después sería el Papa Juan XXIII— fue invitado a un gran evento, buscó con timidez el último banco. Alguien lo miró y le preguntó: “¿Por qué se sienta allí?”. Él respondió con serenidad: “Porque de allí nadie me moverá”. Aquella respuesta sencilla se
Recuerdo el testimonio de Santa Teresa de Calcuta. Un periodista, al verla entre los pobres y moribundos de Calcuta, le preguntó: “Hermana, ¿usted cree que salvará a muchos con lo que hace?”. Ella le respondió con serenidad: “Dios no me pide salvar a todos, me pide ser fiel en amar a cada persona que Él
“No tiene sentido ser el hombre más rico del cementerio”, decía con ironía Mark Twain. Y no le faltaba razón. H. Hughes, millonario murió con una fortuna de más de dos mil millones de dólares. Pero murió solo, olvidado, irreconocible. Como mueren muchos sin techo en las calles de Calcuta. Con una diferencia: los más
En Pentecostés, el Espíritu rompe el miedo y la cerrazón de los discípulos: puertas cerradas, corazones bloqueados, temor al diferente… Y, de pronto, irrumpe como viento fuerte y fuego, derribando muros y encendiendo corazones. El Espíritu Santo nos impulsa a salir, a comunicar, a amar. Transforma a aquellos hombres temerosos en misioneros audaces. Su mensaje
La escena del evangelio es conmovedora. Todos se marchan. Todos huyen. Solo quedan Jesús y la mujer, cara a cara, sin máscaras. Ella, humillada y vulnerable. Él, sereno, firme, pero lleno de ternura. Y entonces, esa pregunta que lo cambia todo: ¿Dónde están tus acusadores? Jesús no pregunta por curiosidad, sino para abrirle los ojos
Los seguidores de Jesús se han instalado en la llamada «cultura de la intrascendencia», que prioriza lo superficial e inmediato, que busca el placer y la satisfacción instantánea. Más aún, refleja la ausencia de una ética sólida, de sentido y de verdadero significado en la vida. Confundimos lo valioso con lo útil, lo bueno con
“Nadie ha visto el rostro de Jesús a excepción de las personas que convivieron con Él, sin embargo, quienes lo conocieron ya no serían capaces de olvidarlo jamás” Así sucedió en el momento impresionante de la Transfiguración de Jesús. Pedro, Juan y Santiago jamás olvidaran el rostro brillante, la ropa blanca y la voz del