“Tú también eres adicta al móvil”, le espetó una adolescente a su madre cuando esta le reprochaba su conexión constante a los nuevos dispositivos. Se suele pensar que la adicción a estos aparatos es un problema que afecta solo a los jóvenes, pero, en realidad, extiende sus redes también a los padres e incluso a los abuelos.
Se admite que muchos duermen con el teléfono encendido en su habitación y que un 75% de los adultos utiliza el teléfono en medio de una conversación. Esos vistazos distraídos al WhatsApp o a las redes sociales pueden ser el indicio de un problema, no solo entre los jóvenes, sino que atrapa cada vez a más adultos de todas las edades. ¿Qué hacer cuando la vejez nos revela esta adicción?