¿Cuántas veces hemos recibido un mensaje de WhatsApp y hemos sentido la necesidad irremediable de contestar al instante sin pensar? La cultura de la inmediatez nos promete una gratificación inmediata de nuestros deseos, pero tras esta primera capa de satisfacción se esconde una realidad menos idílica.
“La búsqueda frecuente de gratificación instantánea y el uso compulsivo de pantallas es un caldo de cultivo para la ansiedad, el insomnio, el estrés crónico y los trastornos del sueño. Cuando nuestra mente se acostumbra a ciclos rápidos de recompensa, si no los obtiene, entra en un estado de malestar”.
“Vivimos en la cultura de la imagen e intentamos aparentar una imagen mejorada de lo que somos, donde el centro es el ‘yo’.
Cada 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos con amor a nuestra Madre mediante la oración, especialmente a través del Santo Rosario. Fue la misma Virgen María quien nos pidió que lo recemos y lo difundamos, para que, por su intercesión, obtengamos abundantes gracias.
Podemos decir, en consecuencia, que el Rosario es la “escuela de oración” de la Virgen. En el año 1208, la Virgen María se apareció a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, y le entregó un rosario, muy probablemente con la forma que hoy conocemos. Antes de retirarse, Nuestra Madre le encomendó a Santo Domingo que difundiera esta oración por todo el mundo.
– Los neurocientíficos han descubierto que quien da gracias activa zonas cerebrales vinculadas al bienestar y reduce el estrés. – Un “gracias” sincero fortalece los vínculos, genera confianza y abre el corazón del otro. – Desde San Francisco de Asís hasta Santa Teresa de Calcuta, todos los santos tuvieron en común un corazón agradecido. –
En un hospital infantil, un niño de ocho años perdió una pierna tras un accidente. Cuando le entregaron su prótesis, en lugar de llorar, sonrió y dijo al médico: “Gracias, doctor, ahora puedo volver a correr para alcanzar a mis amigos.” Definitivamente la gratitud no siempre está en quien recibe, sino en quien ama. Porque
Todavía muy joven, en una peregrinación que realiza a Roma con su padre, se atreve a pedirle al Papa, que por aquel entonces lo era Pio X, la autorización para poder ingresar en el Carmelo a los 15 años. El Papa le responde: “Entrará si Dios así lo quiere" y por fin, el 9 de abril de 1888.
Se llamará desde entonces Sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. A partir de ese momento se opera en ella una transformación interior, de la mano de su guía y maestro San Juan de la Cruz, e iniciaría también un camino doloroso plagado de “espinas”. Por una parte, el fallecimiento de su padre y por otra su posterior enfermedad.
La Iglesia crece en número de bautizados (más de 1,378 millones de católicos). Esto habla de un signo saludable, la gente sabe y confía en el resguardo de la Iglesia Católica y, sin embargo, el número de vocaciones cae.
Es preocupante, pues el aumento global de bautizados no es proporcional al número de sacerdotes que atenderán a esta grey, es decir: más fieles, menos pastores por número. En algunos lugares, la Iglesia tenía más sacerdotes que parroquias residenciales, lo que ha cambiado: hay parroquias sin sacerdote residente hoy; la presencia sacerdotal es una preocupación creciente.
No se trata solo de una época de cambios, sino un cambio de época, con nuevos paradigmas, nuevas formas de relacionarnos e, incluso, con modificaciones del lenguaje y del significado de las cosas.
La indiferencia: un mal profundo La indiferencia es uno de los grandes males de nuestro tiempo, y quizá también uno de los más arraigados en el corazón humano. Está muy unida al egoísmo, que nos impulsa a vivir encerrados en nosotros mismos, a buscar únicamente nuestros deseos, a situarnos por encima de los demás y
En el evangelio de Lucas (12, 20) se nos recuerda con fuerza: «¡Insensato! Esta misma noche te reclamarán la vida, y lo que has acumulado, ¿para quién quedará?». En el mundo de las finanzas suele prevalecer la idea de que lo más importante es la rentabilidad. Sin embargo, para quienes profesamos la fe católica, invertir









