En Pentecostés, el Espíritu rompe el miedo y la cerrazón de los discípulos: puertas cerradas, corazones bloqueados, temor al diferente… Y, de pronto, irrumpe como viento fuerte y fuego, derribando muros y encendiendo corazones. El Espíritu Santo nos impulsa a salir, a comunicar, a amar. Transforma a aquellos hombres temerosos en misioneros audaces. Su mensaje
Tiene muchos nombres. Es fuente de Vida, es Espíritu de verdad, Defensor, Consolador. Reparte sus dones sobre nosotros, cuando y como quiere. Y así, nos da sabiduría, temor de Dios, entendimiento, consejo, piedad, fortaleza, ciencia. Es presencia discreta. Está sin imponerse. Nos habita, pero no nos invade. Es el modo en que Dios se hace presente hoy en nuestro mundo, en esta etapa de la historia de la salvación. Desde Pentecostés, creemos que inspira a la Iglesia para que busque y acoja la voluntad de Dios.
Es todo esto, que es común, y compartimos los creyentes cuando proclamamos nuestra fe. Y es también todo lo que uno, íntimamente, va llegando a comprender. Es la fuerza que, a veces, cuando ya no puedes más, te ayuda a seguir adelante.
Muchos siguen pensando lo mismo, pero cada vez son más los que ven los efectos secundarios negativos del uso excesivo de los smartphones. Los teléfonos inteligentes son extremadamente adictivos y es difícil dejarlos de lado durante más de unos segundos.
Muchos de nosotros no podemos ir a ninguna parte sin él. Desde un punto de vista espiritual, ¿es pecado ser adicto al smartphone?
«Debemos guardarnos del exceso, ya sea en el tiempo que le dedicamos o en el precio que pagamos por él. Porque si uno pasa demasiado tiempo en ello, ya no es una recreación, sino una ocupación; uno no relaja ni la mente ni el cuerpo, y por el contrario uno aturde y abruma a ambos».
Con el objetivo de abordar los hallazgos, generalización y múltiples innovaciones en las formas de acceso a la pornografía, los obispos de EEUU retoman “Crea en mí un corazón puro” y acaban de publicar una actualización del documento diez años después de su publicación.
El documento, de acceso libre en el portal web de los obispos de Estados Unidos, aborda “la omnipresencia cultural de la pornografía”, su naturaleza y significado o una detallada mirada sobre las consecuencias y efectos de su consumo, pero también dirige un profundo mensaje de esperanza, rescatando la visión de la Iglesia como “hospital de campaña” y ofreciendo multitud de consejos en torno a la misericordia, sanación y esperanza por medio de Cristo.
El 5 de junio de 1841, recibe el sacerdocio de mano de monseñor Fransoni, en la iglesia arzobispal de la Beata Virgen Inmaculada, junto a otros once nuevos curas: él, “Juan Bosco” es el penúltimo de la lista. Se ha preparado al evento con ejercicios espirituales, cuya última predicación tiene como título “El sacerdote no va solo al cielo, no va solo al infierno”.
Juan Bosco, al acercarse al sacerdocio, se impone nueve propósitos, casi todos de carácter penitencial: desde los paseos solo por necesidad, a la ocupación rigurosa del tiempo, al sufrimiento por la salvación de las almas, a la moderación en el comer y beber, al mucho trabajo y poco reposo, a la oración, a la reserva en el trato con las mujeres.
«En estos últimos días hemos vivido un tiempo particularmente intenso. La muerte del Papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones». Con estas palabras ha comenzado el Papa León XIV su homilía durante la Misa de inicio de su pontificado que ha tenido lugar este domingo en el Vaticano. Una vez más, y tal y