“Los ancianos veían en ella un ángel del Señor, algo así como un ángel de la guarda visible; así como repartía los bienes del alimento y del vestido, repartía el consuelo y, sobre todo, la luz de la fe y el fuego de su amor a Dios”
Madre Teresa prefería enseñar más con el ejemplo de su vida que con las palabras de sus labios. Era muy parca al hablar, pero indudablemente poseía un sentido común extraordinario: “los ojos en el cielo y los pies en el suelo”, decía sin ambages. Fijó en cinco palabras la norma para admitir a los ancianos: “A más pobres, más bienhechores”. ¡Audaz estrategia económica de las Hermanitas! Santamente fundada sobre dos pilares: la caridad hacia el prójimo y la confianza en la providencia divina.