El amor no es estático, requiere cuidado constante. Y, como en matemáticas, la clave está en elegir bien las operaciones.
Las relaciones de pareja evolucionan con el tiempo y, según nuestras acciones, pueden fortalecerse o deteriorarse. Si lo pensamos en términos matemáticos, hay cuatro operaciones que influyen en la salud de una relación: sumar, restar, multiplicar y dividir.
Cada detalle inesperado que aporta valor a la relación suma. No se trata necesariamente de grandes gestos románticos, sino de pequeñas acciones cotidianas que expresan atención y afecto: un mensaje espontáneo, una cena sorpresa, una caricia sin motivo aparente.
Dividir es cuando la vida en pareja se convierte en una simple coexistencia sin conexión. Cada uno en su propio mundo, sin proyectos compartidos, con la atención más puesta en las pantallas que en el rostro del otro.