El 24 de mayo de 2025, Breña se vistió de fiesta y fervor en un día que quedará grabado en los corazones de todos quienes presenciaron un evento único: la histórica procesión de la Virgen Auxiliadora, en el marco de los 125 años de su primera manifestación pública en esta tierra de fe.
La emoción era palpable en el aire, y como sacerdote salesiano, no pude evitar sentirme sobrecogido al ver cómo la devoción a María Auxiliadora sigue viva, no solo en las calles, sino también en los corazones de cada habitante de Breña.



A las 13:30 horas, la imagen de la Virgen salió del Templo, como si quisiera recorrer cada rincón de la comunidad que la ha acogido con tanto amor durante más de un siglo. La imagen, que había sido testigo de tantas historias de fe, cruzó nuevamente las calles del distrito, al igual que hace 125 años, cuando su presencia encendió la llama del amor mariano en Breña.
Al pasar por el Colegio Salesiano, el lugar emblemático que dio origen a esta devoción, una multitud de niños, adolescentes, adultos y ancianos se alinearon en las veredas, gritando al unísono: “¡Viva María!”
Los niños, con los ojos brillantes de emoción, levantaban las manos en señal de cariño. Una madre, con la ternura que solo una madre puede tener, señalaba a su hijo mientras le decía: “Mira, hijo, esa es tu mamá”, mientras, con devoción, hacía la señal de la cruz. La Virgen, como siempre, se presentó ante nosotros como un refugio de amor y esperanza.



En ese momento, la escena se hizo más moderna, pero igualmente llena de significado. Miles de celulares brillaban en la multitud, capturando la imagen de la Virgen, como si ella quisiera quedarse en cada uno de esos teléfonos, en cada hogar, en cada vida. La Virgen Auxiliadora, que durante tantos años había sido imagen y presencia en Breña, ahora quería ser testigo de todos los corazones dispuestos a recibir su luz.
El entusiasmo era contagioso. Los niños que marchaban con alegría, los docentes, los padres de familia, los exalumnos, todos unidos para honrar a la Madre. La procesión no era solo un acto de devoción, sino una manifestación de unidad y de fe compartida. Incluso los ancianitos del Asilo de Ancianos de Breña, aquellos que, por sus años de vida, ya no podían caminar, salieron al encuentro de la Virgen. Sus manos temblorosas levantaban pequeños rosarios, orando con el mismo fervor que los más jóvenes, quienes les seguían el paso.


Recuerdo cómo, al pasar por la Plazuela Don Bosco, los ojos de todos se llenaron de emoción. Allí, frente a la escultura de Don Bosco, el alcalde de Breña, con la voz quebrada, elevó una oración a María Auxiliadora, pidiendo su intercesión: “María Auxiliadora, intercede por nosotros en estos tiempos difíciles. Necesitamos tu auxilio, tu protección. Ayúdanos a caminar en la fe”.
El eco de sus palabras resonó en el alma de todos los presentes, y comprendí, como salesiano, que este acto de devoción no era solo un recuerdo, sino una respuesta viva y activa a la invitación de Don Bosco, quien decía:
“Ella lo ha hecho todo”.
Don Bosco MB XIII, 321
La procesión continuó su recorrido, con una multitud que no solo seguía a la Virgen, sino que también la llevaba en el corazón. Las imágenes de la Virgen no solo se procesionaban, sino que se vendían a sus devotos, como un símbolo de su presencia continua en cada hogar, en cada vida. María Auxiliadora ya no era solo una figura religiosa, sino un símbolo de esperanza que unía a toda la comunidad de Breña, jóvenes y mayores, creyentes de todos los tiempos.


La jornada se cerró con un profundo sentimiento de gratitud y esperanza. La Virgen había caminado entre nosotros una vez más, y su presencia nos llenó de consuelo y fuerza para seguir adelante. Como Don Bosco siempre nos enseñó, “Nuestra Señora es el refugio de los jóvenes y la esperanza de los que la invocan” (MB XI, 336). Y en ese momento, con todos los corazones de Breña unidos, sentí que la Virgen, como siempre, nos estaba guiando, y que en ella, todos encontrábamos la luz para seguir caminando con fe y esperanza.
Autor: P. Jesús Jurado, sdb.