Las Bienaventuranzas son el núcleo del mensaje de Jesús y representan un camino de felicidad verdadera basado en la relación con Dios y con los demás.
Las Bienaventuranzas nos enseñan que la verdadera felicidad no está en el éxito, la riqueza o el poder, sino en la confianza en Dios.
Las Bienaventuranzas son un camino de vida para los cristianos: seguir a Jesús significa asumir un estilo de vida basado en el amor y la entrega.
Las Bienaventuranzas son una promesa de esperanza: Dios transforma el sufrimiento en alegría y la pobreza en riqueza espiritual.
Las Bienaventuranzas nos invitan a preguntarnos: ¿Dónde ponemos nuestra felicidad? ¿Vivimos buscando la voluntad de Dios o solo nuestro propio bienestar? Esta es la pregunta que todo cristiano y seguidor de Jesús se debe hacer. Los santos vivieron e hicieron realidad las bienaventuranzas.
San Francisco le explicaba su Fray León: “Supón que llegamos a nuestro y los hermanos no nos reconocen y nos dejan afuera. Nos insultan y nos echan. Si en ese momento aceptamos con amor el rechazo y el sufrimiento, sin quejarnos ni enojarnos, entonces hemos encontrado la verdadera alegría. Nuestra felicidad no depende de lo que tenemos ni de cómo nos tratan, sino de estar unidos a Cristo”.