Señor,
en este momento
en que siento mis fuerzas menguar,
te ofrezco lo que soy y lo que tengo.
Reconozco, Señor,
que los más jóvenes
hacen las cosas con agilidad y habilidad.
Acepto mi realidad, Señor.
Abrazo estas limitaciones
de la edad como parte de tu plan,
sabiendo que cada etapa
trae consigo una oportunidad
para madurar en lo humano y en lo cristiano.
Dame, Señor,
fortaleza para aceptar
mis fragilidades y discreción
para no cargar a los demás
con mis quejas y dolores.
Concédeme, Señor,
la gracia de saber retirarme
en el momento adecuado,
dejando espacio
para aquellos mejor preparados.
Permíteme, Señor,
en medio de mis dificultades,
interesarme sinceramente
en las alegrías y necesidades de los demás.
Amén.