Decía san Juan Pablo II en la Encíclica Redemptor Hominis que la vida de un hombre “está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”.
Según Beatriz Londoño, educar el corazón significa precisamente enseñar a amar: “Es educar a la persona desde su centro más íntimo, pues las personas están hechas por amor y para amar, y el corazón es donde está la verdad, es de donde brotan las decisiones, es la sede del amor”. Y la familia es el lugar donde estamos llamados a conocer el significado de la palabra “amor”. Es tarea de los padres educar a los hijos en la cultura del amor.