Educar el corazón de los hijos es tocar lo más profundo de su ser, pues es ahí donde se da la capacidad de amar y de recibir amor. No es una empresa fácil de acometer, pero sí una tarea sencilla de expresar en una idea: se trata de que los padres ayuden a sus hijos para que brote de su corazón el gusto por hacer el bien.
Para educar el corazón es necesario ayudar a los hijos en el desarrollo de virtudes, porque los actos de virtud son los actos con los que mostramos el amor. Y para esto se han de -aprovechar los momentos de la vida diaria, especialmente en las expresiones cotidianas del amor conyugal.