Para Don Bosco, decir “joven” era pensar en las condiciones necesarias para afrontar la vida en tiempos de especial necesidad y abandono. Don Bosco es un sacerdote educador que entendió muy bien que solo se puede educar si la persona está en las circunstancias adecuadas para realizar el camino. Por eso, educar conllevaba para Don Bosco la atención a todas las carencias físicas y psicológicas de sus jóvenes: pan para vivir, ropa que vestir, un techo donde cobijarse y el afecto de un padre que se cuida de sus hijos.
Y sus muchachos aprendieron pronto que era posible encarar la vida con decisión; que alguien los quería de verdad y no escatimaba esfuerzos para echarles una mano; que Don Bosco estaba siempre ahí y los protegía y los quería de verdad.