Señor, venimos hoy ante ti,
no por insistencia vacía,
sino porque creemos en tu amor
que no se cansa de escuchar.
Aunque no comprendamos tus tiempos,
perseveramos, porque tú eres fiel.
Señor, aumenta nuestra fe,
enséñanos a confiar,
a pedir no con ansiedad,
sino con esperanza humilde y constante.
Que nuestras oraciones
sean susurros de amor,
no palabras apuradas,
sino latidos del alma que espera.
Haznos pacientes, Señor,
y danos tu Espíritu Santo,
el mayor de los dones,
cuando ya no sepamos qué pedir.
Tú no te cansas de nosotros.
Que tampoco nosotros
nos cansemos de ti.
Amén.