Señor Jesús,
tú que soñaste la familia
como un refugio de amor,
un proyecto divino inscrito
en el corazón del hombre y la mujer,
enséñanos a vivir este llamado
con pasión y entrega.
Haznos colaboradores
de tu obra creadora,
educando con paciencia,
guiando con ternura,
y sembrando en nuestros hijos
las semillas de tu Reino.
Virgen María y San José,
ustedes que vivieron
las alegrías y angustias de la familia,
acompáñennos en nuestras búsquedas,
cuando enfrentemos
el desconcierto y las preguntas.
Que, como ustedes,
sepamos guardar en el corazón
la respuesta serena y sabia del Hijo,
que nos invita siempre
a confiar en los planes del Padre.
Que nuestras familias
sean pequeñas iglesias,
testimonios vivos del Evangelio,
hogares donde el amor
sea más fuerte que las pruebas,
y la esperanza más firme
que el desaliento.
Amén.