Vivimos en una sociedad marcada por la injusticia, la discordia y el egoísmo. Cada día vemos cómo crecen las rivalidades y el odio. Ante esta realidad, cabe preguntarnos: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros?
En un mundo donde reina la indiferencia, necesitamos corazones que sepan acoger. No es necesario realizar grandes hazañas; basta con estar presentes, escuchar y ofrecer un refugio de comprensión y amor. Pensemos en Jesús: acogió con ternura a los marginados, a los pecadores, y a todos los que sufrían.
A menudo creemos que ayudar significa solucionar los problemas de los demás. Sin embargo, muchas personas no buscan soluciones inmediatas, sino alguien que las sostenga en su dolor. Como bien explica el Papa Francisco: «El mundo necesita cristianos con un corazón grande, que sepan escuchar con paciencia, que sepan acompañar a los que sufren, que no tengan miedo de tender la mano al que está caído».
Si queremos dar buenos frutos, primero debemos cuidar nuestro propio corazón. No podemos sembrar paz si estamos llenos de rencor. En palabras del Papa: «Un cristiano que dice creer en Dios, pero no ama al prójimo es como un árbol seco que no da fruto».
¡Necesitamos cristianos con corazón!
Tagged under:
Portada