Si en 2015 se dijese que la pornografía podía ser considerada una pandemia global, que habría colectivos y lobbies con miles de padres presionando para suprimir las pantallas en los colegios o que un gobierno socialista pondría ciertas medidas contra su difusión, probablemente no se habría tomado en serio. Aquel año, los obispos de Estados Unidos publicaban la declaración Crea en mí un corazón puro, cuando aún era anecdótico o residual alertar de que el consumo de pornografía generaba una adicción comparable a la cocaína. Diez años después, son ministros socialistas los que advierten en ella riesgos “especialmente peligrosos” e incluso redactan leyes que obligan a los fabricantes de dispositivos a incluir sistemas de control parental.
Con el objetivo de abordar los hallazgos, generalización y múltiples innovaciones en las formas de acceso a la pornografía, los obispos de EEUU retoman Crea en mí un corazón puro y acaban de publicar una actualización del documento diez años después de su publicación.
El documento, de acceso libre en el portal web de los obispos de Estados Unidos, aborda “la omnipresencia cultural de la pornografía”, su naturaleza y significado o una detallada mirada sobre las consecuencias y efectos de su consumo, pero también dirige un profundo mensaje de esperanza, rescatando la visión de la Iglesia como “hospital de campaña” y ofreciendo multitud de consejos en torno a la misericordia, sanación y esperanza por medio de Cristo.
Recogemos algunos de los llamados a la esperanza que dirige el documento, plagado de propuestas para hacer frente a esta adicción:
1º Ninguna herida es más poderosa que la gracia
La carta de los obispos alude al llamado del Papa Francisco de contemplar la Iglesia como un “hospital de campaña”, que ponen a disposición de “los heridos del mundo”.
Tras la revolución sexual, se lee, “muchos han sido heridos por sus propios pecados y los de otros, la confusión y la ruptura de relaciones y familias. En particular, los efectos de la pornografía en el alma pueden ser profundos, y el consumo de pornografía en sí mismo puede ser un signo de otras heridas emocionales. Sin embargo, ninguna herida es tan profunda como para estar fuera del alcance de la gracia redentora de Cristo”.
2º A las víctimas de la explotación pornográfica
Desde esta visión, los obispos se dirigen a muchos de los afectados por la industria pornográfica, especialmente a las víctimas de la explotación: “¡Eres amado y querido por Dios! … No importa lo que hayas vivido en tu pasado, recuerda que sigues siendo amado por Dios, tienes una dignidad inviolable y eres digno de respeto y amor. Acércate al Señor a través de su Iglesia para recibir su cuidado. Deja que él cure tus heridas y te conceda su fuerza”.
3º Que la desesperación o la vergüenza no impidan confiar
Entre otras medidas, los obispos invitan a los afectados por la pornografía a recibir con frecuencia los sacramentos para obtener la ayuda de Dios en sus pruebas, especialmente en la confesión, mediante la cual el Señor perdona a alguien de su pecado mortal para que pueda recibir dignamente el Sacramento de la Eucaristía.
“No permitas que la negación, la vergüenza, el miedo, la desesperación o el orgullo te impidan confiar en la gracia del Señor. Cree en el poder de Dios. Pide al Espíritu Santo gracia y fortaleza. Confía en la misericordia de Jesús. Pide el apoyo de la oración intercesora de los santos en el Cielo”.
4º Medidas concretas
Convencidos de que “liberarse de la pornografía es una decisión diaria y requiere de formación continua”, la carta Crea en mí un corazón puro llama a poner en práctica medidas concretas y perseverantes para luchar contra sus efectos. Especialmente, buscar apoyo continuo como consejería, dirección espiritual, coaching, grupos de responsabilidad, grupos de pareja, conferencias y retiros para hombres y mujeres…
“Todos estos son medios que puede emplear en su búsqueda de la libertad (sumamente descritos en el apéndice). Hay programas que monitorean la actividad en línea y bloquean material pornográfico. Estos pueden ser un medio necesario para evitar la posibilidad de pecar. Si tu consumo de pornografía se ha convertido en una adicción, es aún más crucial que te responsabilices y cuentes con el apoyo de profesionales que puedan ayudarte a identificar y sanar cualquier herida emocional que pueda estar en la raíz del consumo de pornografía”.
5º A los heridos por la adicción de su cónyuge
Conscientes de la dificultad para los cónyuges de sobrellevar la adicción de su esposa o marido, los obispos recuerdan que ellos no tienen la culpa del consumo de pornografía de sus cónyuges. Se dirige a los afectados, remarcando que “Cristo puede, en última instancia, sanar estas heridas, y a menudo lleva tiempo”.
“Busca consuelo en la oración, en la recepción de los sacramentos y en la adoración eucarística. El enojo con tu cónyuge es natural y a menudo justificado, y puede ser útil contar con un director espiritual o un asesor capacitado y fiable que te ayude a superar las emociones fuertes. Dios quiere sanar tu matrimonio. Para algunos de ustedes, es posible que su cónyuge quiera buscar ayuda. El ánimo, el amor incondicional y la esperanza confiada de un cónyuge pueden ser una gran fuente de fortaleza para alguien que lucha por ser puro. Si tu cónyuge se niega a aceptar la realidad o rechaza la ayuda, sabed que la Iglesia está aquí para apoyarlos”, subrayan.
6º A familiares y educadores: “Cread entornos propicios, atentos a la tecnología”
La carta también tiene un llamado dirigido concretamente a los familiares y educadores de los niños -abuelos, padrinos, profesores, educadores religiosos, ministros juveniles…-, a quienes “los padres les han encomendado la responsabilidad de proteger a sus hijos no solo de peligros físicos, sino también psicológicos, morales y espirituales”.
“Pueden tener una gran influencia en los niños y jóvenes confiados a su cuidado y pueden ayudar a los padres a obtener los recursos necesarios para proteger y educar a sus hijos. Los niños son vulnerables a todas las influencias, buenas o malas. Cread un entorno propicio para el aprendizaje de la castidad, modelando y enseñando la vida casta. Estad atentos al acceso a la tecnología y vigílenla de manera apropiada para su edad».
7º A los padres: la castidad se educa en la infancia
Los obispos se dirigen también a los padres, “primeros guardianes y maestros de sus hijos”, para recordarles “su gran y crucial responsabilidad enseñar a sus hijos el verdadero significado de la sexualidad humana”. Algo que, según el documento, comienza en la misma infancia.
“Incluso desde pequeños, vuestros hijos pueden aprender autocontrol, modestia y respeto por los demás a partir de sus palabras y acciones. La educación en la castidad también incluye hacer todo lo posible para proteger a vuestros hijos de la pornografía y ayudarlos a rechazarla y otros pecados sexuales conforme maduran. Estad atentos a la tecnología que permitís en casa y sed sensibles a la presencia de contenido sexual, incluso en la televisión y el cine convencionales, y a la facilidad con la que se transmite a través de internet y dispositivos móviles”.