Entre los católicos -escribe el J. Pagola – se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús? Esta es una pregunta oportuna para todos los seguidores de Jesús.
Con un proyecto de amor
La familia tiene su origen en el misterio del Creador, quien llama al hombre y a la mujer a ser «una sola carne». Según el Papa Francisco, «el matrimonio es un proyecto de Dios inscrito en la naturaleza humana». Este amor libre y generoso entre los esposos es la base de una familia sana, que da vida y consolida el amor en el mundo. Los padres se convierten en colaboradores de la obra creadora de Dios, enfrentando con pasión la tarea de educar y formar a sus hijos. Este proyecto no es fácil. Hace falta valentía y apertura a Dios.
Comprometidos con los hijos
“Tus hijos no son tus hijos, son los hijos e hijas del anhelo de la vida. Vienen a través de ti, pero no de ti, y, aunque están contigo, no te pertenecen.” Así escribía J. Gibran. Los hijos son un regalo y una responsabilidad, que requiere cuidado, protección y una educación basada en el ejemplo. “Los hijos no son una propiedad, sino un don que Dios nos confía,» nos recuerda el Papa.
Con un hogar bien constituido
Una familia inspirada en Jesús construye su hogar con los cimientos del Evangelio. Es un lugar donde el amor se vive con sencillez y la fe se transmite con pasión, donde se aprende a confiar en Dios, a compartir las alegrías y a ser sensibles al sufrimiento ajeno.
Como dijo el Papa Francisco: «La familia es el lugar donde aprendemos a convivir en la diferencia, a perdonarnos y a descubrir que somos hermanos.»