Elizaveta es una joven de 22 años que se acaba de bautizar en Brovarí, una ciudad de cien mil habitantes en el centro norte de Ucrania, tan tan lejos de la frontera este como de la oeste. La geografía es importante: el oeste de Ucrania es más rural y mucho más religioso, y cuenta con una importante minoría católica.
"Mi hermano mayor fue bautizado cuando era niño, pero mis padres decidieron no bautizarme a mí, para que yo pudiera tomar esta decisión conscientemente por mi cuenta. Durante mucho tiempo, el tema no me inquietó” Entre mis nuevos amigos había gente de diferentes regiones de Ucrania", detalla. "Sentí que me faltaba algo: una conexión espiritual con Dios". paso de los años la sensación de estar incompleta empezó a crecer".