Tiene muchos nombres. Es fuente de Vida, es Espíritu de verdad, Defensor, Consolador. Reparte sus dones sobre nosotros, cuando y como quiere. Y así, nos da sabiduría, temor de Dios, entendimiento, consejo, piedad, fortaleza, ciencia. Es presencia discreta. Está sin imponerse. Nos habita, pero no nos invade. Es el modo en que Dios se hace presente hoy en nuestro mundo, en esta etapa de la historia de la salvación. Desde Pentecostés, creemos que inspira a la Iglesia para que busque y acoja la voluntad de Dios.
Es todo esto, que es común, y compartimos los creyentes cuando proclamamos nuestra fe. Y es también todo lo que uno, íntimamente, va llegando a comprender. Es la fuerza que, a veces, cuando ya no puedes más, te ayuda a seguir adelante.