Miremos la vida de frente
En este Primer Domingo de Adviento, Jesús nos invita a levantar la cabeza. No podemos vivir agachados, como si fuéramos víctimas sin esperanza. Él nos llama a mirar la vida tal como es, con sus luces y sombras. Muchos prefieren cerrar los ojos ante las injusticias: la violencia, la corrupción, la pobreza. Pero Jesús vivió con los ojos abiertos, denunciando el mal y comprometiéndose con los más débiles. Él no buscó comodidad ni seguridad, sino que enfrentó la realidad con valentía, defendiendo a los pobres y luchando contra la injusticia. No debemos evadir los problemas, sino a enfrentarlos con la esperanza de transformarlos.
Miremos siempre al cielo
Hoy en día, muchos viven como si no existiera algo más allá de lo material. Se ha perdido la sed de infinito, la búsqueda de Dios, como si la vida pudiera llenarse solo con cosas pasajeras. Pero Jesús nos recuerda que necesitamos trascender, mirar más allá de nosotros mismos. Al levantar la mirada al cielo, reconocemos nuestra necesidad de algo más grande, de raíces profundas y un horizonte infinito que nos dé sentido. Levantar la cabeza es reconocer que la vida tiene un propósito eterno.
Soñemos con esperanza
La vida humana está hecha para el futuro, para soñar con algo más grande. Sin esperanza, estamos muertos en vida. Jesús nos invita a soñar con un mundo mejor, a creer que todo puede renacer, incluso lo que parece perdido. Adviento es tiempo de soñar, de levantar la cabeza y caminar con confianza hacia el encuentro con Cristo, nuestra esperanza. ¡No dejemos de soñar, porque en Cristo, todo es posible! “El Adviento es una llamada incesante a la esperanza – nos dice el Papa Francisco – Dios no está lejos, siempre está con nosotros. Dios camina a nuestro lado para sostenernos”.
Adviento: llamada incesante a la esperanza
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