El Papa Francisco invitó a los fieles a rezar con sencillez: “Señor, mira mis fragilidades…”, mencionando ante Él nuestras debilidades. Esta, dijo, es la oración de la humildad, que nos ayuda a reconocer nuestra pequeñez ante Dios.
Durante su reflexión dominical antes del Ángelus, el Santo Padre recordó que Jesús se identifica con los pequeños y necesitados, no solo en lo material, sino también en lo espiritual: los enfermos, los humillados, los prisioneros, los migrantes. “Allí está Él, en los pequeños”, afirmó.
Comentando el Evangelio, explicó que Jesús se indigna cuando sus discípulos alejan a los niños, y les enseña que solo quien recibe el Reino como un niño puede entrar en él. Por eso —dijo el Papa— el verdadero discípulo no solo sirve a los pequeños, sino que reconoce su propia pequeñez.
Recordó además que la humildad es el primer paso para abrir el corazón a Dios, ya que la autosuficiencia es una ilusión. “Cada uno de nosotros es frágil y necesitado; ahí, en nuestra pequeñez, encontramos a Jesús”, aseguró.
Francisco señaló que la fragilidad no es un obstáculo, sino una oportunidad: en los momentos de lucha y soledad crecemos interiormente y descubrimos el verdadero sentido de la vida.
El Papa animó a los creyentes a orar con confianza y sencillez, especialmente en tiempos difíciles, porque “Jesús es tierno con los pequeños”. “En la oración —dijo— el Señor nos abraza como un padre a su hijo. Así nos hacemos grandes, no por autosuficiencia, sino por confiar en el amor del Padre”.
Finalmente, el Pontífice expresó su cercanía con el pueblo de Guayaquil, tras los violentos motines en una cárcel de Ecuador, y pidió nuevamente paz para Myanmar, donde persiste la violencia tras el golpe de Estado.

