Señor Jesús,
Tú nos has mostrado
que el verdadero tesoro
no está en poseer,
sino en amar y entregarse.
Líbranos del afán de acumular
y del egoísmo que encierra el alma
y nos aleja de nuestros hermanos.
Haznos generosos en el dar,
sinceros en el compartir,
disponibles para servir.
Que no pongamos nuestra confianza
en las riquezas que pasan,
sino en tu Palabra que salva
y en tu misericordia que no falla.
Enséñanos a construir
graneros de justicia y compasión,
a verte en los pequeños,
en los pobres, en los que sufren.
Haznos pobres de espíritu,
para ser verdaderamente
ricos a tus ojos.
Amén.