REDACTADO POR: MUY INTERESANTE
Jerusalén es la ciudad más sagrada del mundo. Las tradiciones religiosas de cristianos, judíos y musulmanes sitúan sobre su suelo algunos de los hechos más importantes para los creyentes. Por ello es una ciudad que acoge millones de peregrinos de todo el mundo. Para el cristianismo tiene una especial relevancia. En Jerusalén se encuentra el lugar más sagrado de la religión cristiana: la iglesia del Santo Sepulcro se construyó en el lugar donde Cristo fue crucificado y enterrado en una tumba de la que salió al tercer día resucitado.
Una de las ceremonias más impactantes del Santo Sepulcro que tiene lugar cada Semana Santa. – Uriel Sinai/Getty
Las cosas importantes, aquellos elementos que gozan de mucho protagonismo, suelen tener su propio espacio en los que ser admirados por todos. Sin embargo, no hay mejor manifestación para entender la historia de un lugar que su distribución urbana. El Santo Sepulcro de Jerusalén está asfixiado entre edificios y su estructura es un conglomerado de piezas adosadas. Un caos fruto de las construcciones y reconstrucciones constantes del lugar durante casi 2000 años de historia. Se podría contar perfectamente una historia del cristianismo siguiendo únicamente las transformaciones del Santo Sepulcro, pues cada período ha tenido su impacto en el edificio de algún modo. Hoy en día sigue siendo reflejo fiel del cristianismo en el mundo, dividido entre católicos, ortodoxos, armenios, coptos, sirios y etíopes. Todos quieren su lugar en el edificio más sagrado de su religión, aunque no siempre respeten el lugar de los otros. ¿Cómo hemos llegado hasta hoy? ¿Cuál es la historia del Santo Sepulcro?
Cuando Roma se hizo cristiana
Según la tradición bíblica, Jesús fue crucificado en el Gólgota, una cantera a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Su cuerpo fue enterrado en un sepulcro cercano excavado en la roca. Por entonces, los cristianos estaban en plenas persecuciones por parte de los romanos que habían conquistado Judea. El emperador Adriano quiso eliminar el lugar de la crucifixión y resurrección de Jesús para evitar que fuera tomado como sitio sagrado por los cristianos. En el año 135 mandó nivelar el terreno y construir un templo dedicado a Venus sobre la tumba de Cristo. Este fue el comienzo de constantes luchas por el terreno, destrucciones y reconstrucciones de edificios en el espacio más importante para los cristianos.
El cristianismo fue legalizado en el siglo IV por el emperador Constantino. El obispo de Jerusalén no tardó en pedir al emperador que recuperara la tumba de Jesús. Para ello se procedió al derrumbe del templo de Venus y se anunció que bajo su plataforma se localizó el sepulcro de Cristo. Fue entonces cuando se mandó construir una iglesia en el lugar, la cual quedó terminada en el año 335.
La primera iglesia sobre la tumba de Jesús
El complejo erigido contaba con una basílica romana, el tipo de edificio que los cristianos tomaron como modelo para sus iglesias. Aunque no era muy grande, testimonios antiguos hablan de una decoración riquísima en un edificio que albergaba el lugar donde supuestamente se encontró la Vera Cruz. A continuación se abría el Jardín Sagrado: un patio porticado donde se encontraban los restos de la roca del Calvario protegida por una especie de baldaquino. Por último, el elemento más importante lo formaba la llamada Rotonda de la Anástasis (“Resurrección” en griego). Su estructura circular también responde a la tradición romana, pues así se construían los mausoleos romanos. Justo encima de la tumba de Jesús se construyó el Edículo, un edificio de mármol de pequeñas dimensiones que acoge la cámara donde fue depositado el cuerpo de Cristo según la tradición.
Fuego, guerra y destrucción
Esta estructura original ha permanecido así en gran medida. Ahora bien, ha sufrido siglos de cambios por destrucciones y reconstrucciones. Los persas sasánidas ocuparon Jerusalén en el año 614 y le prendieron fuego a la iglesia. El imperio bizantino recuperó el control del territorio y reconstruyeron el templo hacia el año 630. Apenas una década después, los musulmanes conquistaron Tierra Santa, pero durante esta etapa permitieron cierta libertad religiosa a los cristianos y dejaron el templo abierto al culto. De hecho, hay quien remonta hasta esta fecha una tradición que se mantiene hasta la actualidad. Las llaves del Santo Sepulcro están en posesión de dos familias musulmanas desde hace siglos: los Joudeh y los Nuseibeh, quienes, generación tras generación, se encargan de abrir las puertas del templo a los cristianos cada día. Otros estudiosos atrasan esta concesión hasta el siglo XII con Saladino. En cualquier caso, son muchísimos años con los mismos porteros en el recinto.
Entrada al Edículo, donde se encuentra la tumba de Jesús. – Istock
El ambiente tolerante se cortó abruptamente en el 1009. El califa fatimí al-Hakim destruyó por completo la iglesia en respuesta a desacuerdos con el imperio bizantino. En el 1048 se rehízo la iglesia con algunas capillas. Con la llegada de las Cruzadas, el sepulcro fue cambiando de manos musulmanas a bizantinas según controlaban el territorio. A partir de 1099, los Cruzados iniciaron las construcciones que supondrían la gran transformación del Sepulcro hasta darle el aspecto actual con un estilo a caballo entre el románico y el gótico.
No hay que olvidar las diversas revueltas, incendios y terremotos que se suman a la lista de adversidades. Por ello se han seguido dando campañas de restauración. Una de las más importantes tuvo lugar en 2016, cuando repararon el deteriorado Edículo y las grietas que amenazaban la propia roca de la tumba de Cristo.