El Evangelio de hoy presenta palabras duras de Jesús, difíciles de comprender a primera vista: «Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela”. Imágenes fuertes expresan la radicalidad del seguimiento de Cristo.
Jesús nos llama a cortar de raíz aquello que nos aleja de Dios, incluso si son cosas que apreciamos. La invitación es clara: debemos estar dispuestos a renunciar a lo que nos impide vivir plenamente el Evangelio.
Jesús enseña a sus discípulos sobre el verdadero camino del discipulado, marcado por el rechazo y el sufrimiento que Él mismo experimentará. Jesús deja claro que su camino no es de poder ni privilegios, sino de entrega y servicio. El Reino de Dios no se establece por conquistas terrenales, sino por el amor que se manifiesta en la solidaridad, la justicia y la fraternidad, incluso más allá de los límites de la Iglesia.
El Evangelio de este domingo presenta tres importantes exigencias de conversión para el que quiera ser discípulo de Jesús:
Primero: Abrir la mente y el corazón
Jesús nos enseña a no caer en la mentalidad cerrada. En lugar de asumir que somos dueños de la verdad o de Jesús, Él nos invita a tener una actitud abierta y ecuménica. Esto significa ser capaces de reconocer el bien que otros hacen.
Segundo: Romper con la mentalidad de superioridad
Jesús nos invita a superar la actitud de aquellos que se consideraban superiores a los demás, despreciando a los pequeños y a los pobres. Jesús, este tipo de arrogancia es inaceptable. Sus palabras son duras: «A quien cause escándalo a uno de estos pequeños, más le valdría que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar». Jesús nos llama a la humildad y a la solidaridad, reconociendo la dignidad de todos, especialmente de los más débiles.
Tercero: Vivir el Evangelio con autenticidad
Jesús nos exhorta a no caer en la rutina espiritual. Nos pide romper con todo lo que nos impida vivir el Evangelio plenamente, invitándonos a una renovación constante y un compromiso profundo con su mensaje.