Hoy queremos compartir con ustedes una reflexión sobre San Francisco de Asís y su profunda influencia en la vida y obra de San Juan Bosco. Esta conexión es un hermoso ejemplo de cómo los santos pueden inspirarse mutuamente y guiarnos en nuestro camino de fe.
San Francisco de Asís es uno de los santos más venerados en la historia de la Iglesia Católica. Su vida de humildad, amor por la naturaleza y devoción a los pobres ha dejado una huella indeleble en la espiritualidad cristiana. Nacido en 1181 en Asís, Italia, Francisco renunció a una vida de riqueza y privilegio para seguir a Cristo en la pobreza y el servicio a los demás. Fundó la Orden Franciscana, que se dedica a vivir el Evangelio de manera radical a través de la simplicidad y la caridad.
San Juan Bosco, conocido cariñosamente como Don Bosco, nació muchos siglos después, en 1815, en Italia. Aunque pertenecía a una época y contexto diferentes, Don Bosco encontró en San Francisco de Asís una fuente de inspiración profunda. De hecho, Don Bosco fue un franciscano terciario, lo que significa que adoptó la espiritualidad y los principios franciscanos mientras vivía su vocación salesiana.
La devoción de Don Bosco a San Francisco de Asís se reflejaba en su vida y obra. Al igual que San Francisco, Don Bosco dedicó su vida a los pobres y necesitados, especialmente a los jóvenes marginados. Fundó la Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) con el objetivo de proporcionar educación y formación cristiana a los jóvenes. En su trabajo con los jóvenes, Don Bosco adoptó el enfoque franciscano de vivir con sencillez y alegría, y de ver a Cristo en cada persona que encontraba.
La influencia de San Francisco en Don Bosco también se puede ver en su amor por la naturaleza y su creencia en la providencia de Dios. Don Bosco enseñaba a sus jóvenes a confiar en la providencia divina y a apreciar las maravillas de la creación. Este amor y respeto por la naturaleza es una característica distintiva del carisma franciscano que Don Bosco hizo suyo.
Además, ambos santos compartían una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. Para San Francisco, la Eucaristía era el centro de su vida espiritual, y su amor por la Virgen María era evidente en su vida de oración y servicio. De manera similar, Don Bosco inculcó en sus jóvenes una devoción ferviente a la Eucaristía y a María Auxiliadora, enseñándoles a recurrir a ella en todas sus necesidades.
En nuestra parroquia, la devoción a San Francisco de Asís y a Don Bosco nos recuerda la importancia de vivir una vida de sencillez, amor y servicio. Nos invita a seguir su ejemplo de humildad y caridad, y a confiar en la providencia de Dios en todas las circunstancias.