Una de las dimensiones espirituales del Jubileo nos invita a la conversión. Sin conversión, no podremos “pasar la puerta”.
1. Los confesores son “médicos del alma”.
2. Así como el doctor necesita que le digas tus síntomas, el sacerdote necesita que hables de tus pecados.
3. El confesor no está ahí para juzgarte, sino para ayudarte a reconciliarte con Dios.
4. Ningún sacerdote puede revelar lo que escucha en el confesionario, bajo pena de excomunión.
5. La confesión puede ser una experiencia liberadora.
6. No necesitas recordar todos los detalles.
7. No importa cuántas veces hayas caído ni cuán grave creas que es tu pecado.
8. La confesión no es un «castigo», sino un regalo.
9. Los santos acudían con frecuencia a la confesión. Muchos santos se confesaban con regularidad, a menudo semanalmente.
10. La confesión no es solo para “pecadores graves”, sino un instrumento para fortalecer la vida espiritual.
11. La confesión ayuda a cultivar la humildad.