El amor no es estático, requiere cuidado constante. Y, como en matemáticas, la clave está en elegir bien las operaciones.
Las relaciones de pareja evolucionan con el tiempo y, según nuestras acciones, pueden fortalecerse o deteriorarse. Si lo pensamos en términos matemáticos, hay cuatro operaciones que influyen en la salud de una relación: sumar, restar, multiplicar y dividir.
Cada detalle inesperado que aporta valor a la relación suma. No se trata necesariamente de grandes gestos románticos, sino de pequeñas acciones cotidianas que expresan atención y afecto: un mensaje espontáneo, una cena sorpresa, una caricia sin motivo aparente.
Dividir es cuando la vida en pareja se convierte en una simple coexistencia sin conexión. Cada uno en su propio mundo, sin proyectos compartidos, con la atención más puesta en las pantallas que en el rostro del otro.
Jerusalén es la ciudad más sagrada del mundo. Las tradiciones religiosas de cristianos, judíos y musulmanes sitúan sobre su suelo algunos de los hechos más importantes para los creyentes. Por ello es una ciudad que acoge millones de peregrinos de todo el mundo. Para el cristianismo tiene una especial relevancia. En Jerusalén se encuentra el lugar más sagrado de la religión cristiana: la iglesia del Santo Sepulcro se construyó en el lugar donde Cristo fue crucificado y enterrado en una tumba de la que salió al tercer día resucitado.
Hoy en día sigue siendo reflejo fiel del cristianismo en el mundo, dividido entre católicos, ortodoxos, armenios, coptos, sirios y etíopes. Todos quieren su lugar en el edificio más sagrado de su religión. ¿Cuál es la historia del Santo Sepulcro?