Julieta Levene, especialista en derecho canónico y miembro del tribunal eclesiástico de la Diócesis de San Isidro (Argentina), compartió una visión clara sobre el significado de la nulidad matrimonial en la Iglesia, sus diferencias con el divorcio civil y la importancia del acompañamiento pastoral en este proceso.
Levene explicó que la nulidad no equivale a un divorcio religioso: no busca disolver un vínculo, sino verificar si el matrimonio fue válido desde el principio. “No se trata de romper algo ya existente, sino de evaluar si ese sacramento fue verdaderamente celebrado”, señaló en una entrevista con EWTN Noticias.
Nulidad y divorcio: dos enfoques distintos
A diferencia del divorcio civil, que implica la ruptura legal del matrimonio conforme a la normativa del país, el proceso de nulidad en el ámbito eclesiástico se centra en determinar si existieron causas que impidieran la validez del sacramento desde su origen.
Este discernimiento, destacó Levene, no depende de la voluntad de los esposos, ya que “el matrimonio se presume válido hasta que se demuestre lo contrario mediante un proceso judicial dentro de la Iglesia”.
Causas más habituales de nulidad
Entre las razones más frecuentes que pueden conducir a una declaración de nulidad, Levene mencionó los motivos psicológicos, contemplados en el canon 1095 del Código de Derecho Canónico. Estas causas están ligadas a las condiciones personales al momento de contraer matrimonio: cómo fue la relación previa, el grado de madurez emocional y la comprensión del compromiso que se asumía.
Algunos ejemplos concretos incluyen:
Falta de libertad interior, debido a presiones externas como un embarazo inesperado, situaciones migratorias o conflictos familiares.
Inmadurez emocional o psicológica, que impide asumir con responsabilidad las exigencias del vínculo conyugal.
Simulación o exclusión, cuando uno de los esposos no tenía realmente la intención de cumplir con los compromisos que estaba asumiendo en el momento de la boda.
Muchas veces, enfatizó la experta, estas causas no se manifiestan claramente durante la convivencia matrimonial, sino que están presentes desde el noviazgo y se revelan con el tiempo.
El rol de la Iglesia y el acompañamiento pastoral
A una década de la reforma introducida por el Papa Francisco a través del motu proprio Mitis Iudex Dominus Iesus, que facilitó el acceso a los procesos de nulidad, la Iglesia insiste en la importancia de formar agentes pastorales capacitados para ofrecer acompañamiento inicial.
“Es fundamental que las diócesis dispongan de servicios de orientación y escucha previa, para que quienes tengan dudas puedan recibir ayuda. Todos los fieles tienen el derecho a que se examine la validez de su matrimonio”, recordó Levene.
En este contexto, el Cebitepal del CELAM ha lanzado un curso de formación pastoral en modalidad asincrónica. “Se trata de un programa completamente grabado, que incluye clases, testimonios y materiales de lectura, y que puede realizarse al ritmo de cada participante”, explicó.
Un llamado al discernimiento con justicia y misericordia
Para cerrar, Julieta Levene animó a quienes tienen inquietudes respecto a su matrimonio a acercarse a su diócesis sin miedo: “La Iglesia está llamada a acompañar con verdad y misericordia. No se trata de justificar rupturas, sino de esclarecer cada historia con justicia y caridad”.