“El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere”, son palabras del Papa Francisco pronunciadas en este camino sinodal de la Iglesia y signo permanete de su pontificado.
Décimo primer año del Pontificado del Papa Francisco un camino marcado por la sinodalidad desde el inicio de su ministerio petrino, haciendo visible y llevando a la acción a la Iglesia: “hospital de campaña” que los recibe “a todos” pero “en salida” y “caminando junto”, once años desde la perspectiva sinodal teniendo como protagonista al Espíritu Santo.
El undécimo año del Pontificado de Francisco es sinodal, un tiempo de oración para fortalecer la confianza en el Paráclito que ilumina el caminar de la Iglesia en un mundo aterrorizado por la guerra, que necesita el consuelo de Dios y la tarea de valientes de los constructores de la paz. Tarea también de una Iglesia sinodal que camina para encontrar al otro, escuchar, discernir y hacer presente la misericordia de Dios.
“Iglesia sinodal significa Iglesia sacramento de esta promesa —es decir que el Espíritu estará con nosotros— que se manifiesta cultivando la intimidad con el Espíritu y con el mundo futuro”, lo decía el Papa a los fieles de la Diócesis de Roma invitando a una “hermenéutica peregrina” que custodie el caminar de la Iglesia en su misión evangelizadora, no como una tarea organizativa sino con la presencia vida del Espíritu que da vida.
También al inicio de este proceso sinodal recordaba el Papa que es un tiempo del Espíritu Santo: “Queridos hermanos y hermanas, que este Sínodo sea un tiempo habitado por el Espíritu. Porque tenemos necesidad del Espíritu, del aliento siempre nuevo de Dios, que libera de toda cerrazón, revive lo que está muerto, desata las cadenas y difunde la alegría. El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere, y no hacia donde nos llevarían nuestras ideas y nuestros gustos personales”.
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Así, con la confianza en el Espíritu Santo, el Pontífice ha enseñado e insistido que “hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección. Miremos a Jesús, que en primer lugar encontró en el camino al hombre rico, después escuchó sus preguntas y finalmente lo ayudó a discernir qué tenía que hacer para heredar la vida eterna. Encontrar, escuchar, discernir”. Encaminando asimismo un proceso desde las bases de cada Iglesia local para escuchar las voces de quienes viven la fe con sencillez y grandeza.
Luego, en la apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos “por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión» afirmaba Francisco a los participantes que “la Iglesia, una única armonía de voces, a muchas voces, realizada por el Espíritu Santo: es así como debemos concebir la Iglesia. Cada comunidad cristiana, cada persona tiene su propia peculiaridad, pero estas particularidades deben incluirse en la sinfonía de la Iglesia, y la sinfonía adecuada la realiza el Espíritu: nosotros no podemos realizarla”.
Y después de un periodo de discernimiento, al concluir la primera sesión del sínodo de la sinodalidad, repetía Francisco: “Es esta, hermanos y hermanas, la Iglesia que estamos llamados a soñar: una Iglesia servidora de todos, servidora de los últimos. Una Iglesia que no exige nunca un expediente de ‘buena conducta’, sino que acoge, sirve, ama, perdona. Una Iglesia con las puertas abiertas que sea puerto de misericordia”.
Once años de la elección del Papa Francisco, haciendo un camino sinodal desde su inicio; con un Pontificado que enseña a caminar juntos sin obstaculizar al otro, sino alentando a la escucha y el respeto, al disentimiento mediante la ‘conversación en el Espíritu’ para que precisamente la armonía de la Iglesia, en sus diversos carismas, sea protagonizada por el Pentecostés de una Iglesia de puertas abiertas a la misericordia de Dios.
La Iglesia, en comunión con el sucesor de Pedro además de agradecer a Dios por su Pontificado, se une en oración para que guiado por el Espíritu Santo el Papa Francisco sea asistido en su ministerio en su caminar juntos con el pueblo de Dios.