Don Bosco tenía una profunda devoción a María Auxiliadora y la consideraba como su principal protectora y guía en su obra apostólica. Por lo tanto, la devoción a María Auxiliadora se convierte en una señal distintiva de nuestra contribución salesiana a la Iglesia. Es parte integral de nuestra identidad como salesianos y da forma a nuestra espiritualidad y misión. Una parroquia salesiana que cultiva una devoción viva a María Auxiliadora es una parroquia que refleja fielmente el espíritu de Don Bosco. Esta devoción impregna cada aspecto de la vida parroquial, desde las celebraciones litúrgicas hasta las actividades pastorales y la vida comunitaria. Es un signo de vitalidad espiritual y un testimonio del amor y la confianza que depositamos en la intercesión de María.